Trabajo en uno de los hoteles más lujosos y exclusivos de Santiago, en Chile. Acá han llegado reconocidos artistas de fama mundial como Simply Red, Ricardo Arjona o Daddy Yankee. También delegaciones deportivas como las selecciones de Argentina, Brasil o Colombia, cuando juegan sus partidos en Chile. Es bastante el trabajo que como aseador nos toca, sobretodo cuando los artistas o futbolistas realizan sus fiestas y quedan las alfombras sucias, las camas desordenadas y los baños todo mojados, por decir lo menos que nos ha tocado limpiar.
Era día viernes y el hotel estaba atosigado de adolescentes con carteles y policías resguardando las entradas. Una cantante norteamericana haría su show el día sábado, llegaba exhausta del viaje y solo quería descansar, por lo que apenas saludó de lejos a sus fans y se dirigió a sus habitaciones. El último piso estaba todo destinado para ella y sus músicos, guardaespaldas y productores. La vi apenas de pasada: era una rubia bonita, delgada, tapada con grandes lentes y un abrigo de piel hasta las botas, claro que bastante antipática, puesto que casi le tira en la cara el bolso a una de mis compañeras mucamas, algo típico en estas gringas arribistas. Sus gigantescos guardias de color casi me desvisten por entero al revisarme cuando me tocó acudir a su cuarto para cambiar los espejos del baño, puesto que la “estrellita” no podía mirarse en un espejo “usado”. Vaya la pendeja caprichosa. Meli o Mila era su nombre y tenía 21 años, por lo que alcancé a escuchar de boca de mis chismosas compañeras. Ella miraba televisión junto a su manager y solo se acercó cuando les informé que estaban listos los espejos, en mi pésimo inglés tarzanesco que estoy obligado a utilizar:
- “Ready, Miss”, fue lo que dije, a la vez que observaba lo bien que le quedaban esos jeans a la preciosa rubia de ojos claros.
-“Mmm ok, thank you, guapou”, o algo así, me dijo la chica, pasándome 20 dólares y cerrándome un ojo, lo cual en algo me hizo cambiar la mala impresión que me había formado de ella.
A eso de las 20 horas empezaron a subir las mucamas a llevarles comida, ostras y mariscos varios con vino, mucho vino blanco y tinto, todo un arsenal para abastecer el contingente de la artista.
Estaba por retirarme de mi turno a eso de las 22, cuando me ordenan subir de nuevo donde la artista. Para mi sorpresa, esta vez solo uno de los guardias resguardaba la habitación de la chica, y apenas me revisó, percatándome de inmediato el aliento a trago del negro. Estaba buena la fiesta parece. Al entrar a la habitación pude verificar lo que había intuido: botellas por todos lados, desorden e incluso la mesa de vidrio de centro con unas delgadísimas líneas de cocaína. Claro que lo que me dejó boquiabierto fue encontrar a la estrella principal de aquella delegación en ropa interior, media drogada y mirándome directa y desafiantemente desde su amplia cama...
-“Hello, Papi, yo querer agradecerte you service en forma very very personal”, me dijo, mordiéndose los labios y enroscando su veleidosa lengua de una manera lasciva, cual película porno. Me imagino que de inmediato adivinó mis pecaminosos pensamientos para con ella, ya que de inmediato agregó:
-“Let´s go, guapou, come here pasarla ricou”, casi como una orden. A mis 35 años, 10 de los cuales había trabajado en aquel hotel, era la primera vez que me hacían una abierta invitación a tener sexo en el trabajo, más aún con una artista tan famosa, lo cual me encendió de inmediato y por nada del mundo hubiera podido rehusar a acostarme con aquella estupenda chica. Si bien yo no era un modelo, con una leve panza cervecera incluida, tenía buena suerte en general con las mujeres, y al parecer aquel sería un día de aquellos en que la suerte tocaba mi puerta…
Me acerqué rápidamente hasta ella, apenas lo podía creer, quitándome todo y quedando solo en ropa interior. Ella terminó de desvestirme por entero y se dirigió directo a mi bulto, el cual ya estaba erecto para ella. Acarició mis bolas y me hizo una mamada exquisita, profunda y delicada, con su juguetona lengua bordeándome el glande como la mejor de las putas. El piercing metálico de su lengua me producía una sensación nunca antes reconocida, heladamente delicioso y placentera. Yo tomaba su cabeza de cabellos cortos para inclinarla cada vez mas fuerte a mi entrepierna, mientras embestía suavemente su rostro hasta que sentí que mi penca estaba por completo en su boca, casi hasta su garganta. La rubia aguantaba estoica mis movimientos hasta que sintió ahogarse, llegando a lagrimear un poco y escupiendo su saliva llena de sabor a pico, lo cual me calentó más aún.
Luego fui yo quien bajé hasta su vagina y se la saboreé por completo. Era una vulva depilada y suave, de labios alargados y finos. El juvenil piercing en su clítoris fue una mezcla exquisita de oro con el sabor agridulce de su zorrita abierta. Si bien la chica era delgada, era bastante atlética y de buenas curvas, de una hermosa piel blanca y lozana , y lo principal, bastante ardiente como para hacerlo conmigo, un total desconocido al que apenas había visto trabajando en el hotel…
-“Kiss meee, please…”, gemía la cantante, con una voz calentona que me incitaba a comerme por completo su chorito húmedo. Estando ahí en sus profundidades la di vuelta para degustar su culo y aplicarle un grandioso beso negro…
-“Black kiss for you”, le dije a la muñeca, a lo que ella respondió con un “Yeeeah…”, poniéndose en cuatro y levantando la cola para que mi lengua recorriera su ojete rosadito y rugoso, mientras ella se apretaba sus pequeños senos y hundía su cabeza en la almohada… aquella vista era gloriosa y el sabor, uff, el mejor de los potos rubios que mi hambrienta boca a podido saborear, hundiéndole la lengua hasta el fondo de su culito rico…
Ella se quejaba dulcemente como gatita, luego con gemidos ahogados, luego con unos gritos muy fuertes como la rockstar que era… Ya veía que el negro entraba a golpearme por estar culiandome de esa forma a su jefa, claro que la otra opción podría ser que el gigante estuviera pegado a la puerta escuchando los gemidos de la diva y pajeándose al notar como disfrutaba la muy puta…Y eso que se venía lo mejor.
Mi pene ya deseaba disfrutar de la vagina apretadita de la chica, así que enfundé mi miembro de látex y se lo puse a lo perrito de una. Su dilatada concha se ajustaba en forma precisa a mi grueso compañero, el cual taladraba firme y rítmicamente a aquella diosa de los escenarios…
-“Yeees, Papi”, gemía la hembra, con su chorito totalmente lleno de mi verga y mis bolas rebotando en su entrepierna húmeda, sintiendo como ella se estremecía del placer carnal ocasional más excitante el cual solo dos desconocidos pueden vivir, llegando al orgasmo de su juvenil cuerpo deseoso de sexo, lo cual pude verificar y disfrutar al percatarme de cómo contraía su cuerpo y apretaba su concha para darme un deleite extra a mi taladro latente… En eso se sale y se recuesta de espaldas con sus piernas abiertas, esperando recibirme a lo misionero en aquella cómoda posición para ella. Así que ahí estaba yo mierda, métale culiándome a la estrella del momento, la chica rebelde de la música gringa, la rubia icono para miles de jóvenes en todo el mundo, siendo cogida sin piedad por este trabajador chileno que la hacía cantar de calentura a la muy bitch…
-“Ohhh, ohhh, wow, Dad”… era la letra que emanaba de su caliente boca, a la vez que le robaba unos besos y aplastaba su cuerpo delicado pero firme, a esas alturas ya con las piernas en mis hombros para sentir como mi pico le llegaba a topar el fondo de su concha tibia y aterciopelada…
Ya llevábamos como media hora culiando y no podía aguantar más, así que m retiré de ella y solo atiné a decir “Blog job now, bitch”, de algo que me sirvieran las películas porno que he mirado, me dije, a esas alturas con la confianza que me daba el estarme culiando a aquella diosa, a lo que la muñeca respondió sonriendo maliciosamente y diciendo algo así como “You're a bad boy, Papi”, arrodillándose en el piso y abriendo su boca para recibir mi descarga caliente de leche en su precioso rostro maquillado de chica mala y mirada cristalina, manchando su lengua, dientes parejos, frente y hermosos cabellos cortos…
Después se recostó en su cama, exhausta, y se quedó descansando a mi lado, mientras yo le acariciaba su suave espalda y contaba sus numerosos tatuajes, para posteriormente taparla con las sábanas y dejarla durmiendo tranquila y satisfecha. Desde ese día que soy fanático de Miley Cyrus, claro que no entiendo mucho lo que dicen las letras de su música y solo sirven para pajearme en la ducha, cuando escucho a la muy perra…
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