Es verdad, quiero puro llorar y abrazarlos.
De eso se trata el tema, otra cosa, pero ya más infantil y anecdótico eso sí... Recuerdo cuándo iba a Fantasilandia y me parecía que el día se hacía cortísimo y que lo pasaba chancho.
Hoy en día, es un suplico llevar a mis sobrinos, me parecen horas interminables... Lo único bueno es que va una que otra minita rica.