Hace unos días, andaba por el barrio y se me ocurrió pasar a verla, después de algunos años.

Estaba muy contenta de que me acordara de su nombre, después de tanto tiempo. La verdad es que me atendió harto bien. A la segunda bibia me estaba investigando el contenido de mi ropa interior y a la tercera me llevó a las estrellas. Entremedio, me ofreció algún otro servicio que, por esta vez, decliné.

Pero debo decir que estuvo extremadamente simpática y cariñosa. De hecho, se quedó un rato conmigo besuqueandome, dejándose acariciar y conversando.