Carmencita - Mi Juliette
Carmen resultó ser una de las mayores sorpresas que estos oscuros y tenebrosos caminos del vicio pudiera brindar. Su amable trato y nivel de educación, sumado al hecho de no haber transacción monetaria de por medio, simplemente transformó esta aventura en una catarsis de placer y entrega mutua desde el primer minuto.
Desde que entró en la habitación, vistiendo tan sólo un minúsculo babydoll negro y unas largas botas de taco alto del mismo color -que resaltaban su delgada figura- Carmen me invitaba al placer con una mirada pícara y juguetona, una sonrisa cómplice y los más viciosos deseos. Sin duda amante abierta del libertinaje y hábil en las artes amatorias, acerca su boca a la mía al punto de sentir su exaltada respiración, para con una suave y tierna voz exclamar la más hermosa de las frases "Marqués, hoy quiero ser tu Juliette, ¿qué quieres hacer conmigo?. La fiebre del delirio se apoderó de mis sentidos, más aún cuando sumisamente se arrodilla y comienza a chuparme en exceso, desde la misma base hasta el glande, de manera formidable, manteniendo siempre esa mirada de niña picarona y su hermosa sonrisa.
"Muy pocas veces pueden engullirme entero"- le comenté al aumentar mi erección, mas semejante desafío pareció alimentar su hambre, y comenzó a devorarme de manera animal. Tomé su cabeza y comencé a follar su garganta de manera enérgica, alternando movimientos lentos para sentir su humedad y sus exquisitos labios en la base de mi herramienta. Un preludio perfecto.
Habiéndome desvestido, y ya tendido de espaldas para entregarme a su voluntad, se monta sobre mi erección lentamente, entregándome sus pequeños senos para así jugar con sus erectos pezones. Toméla por sus caderas y comencé a morder su exquisita carne, alternadamente entre sus pechos y su cuello, ¡cuánto desenfreno! no bastaron más de unos pocos minutos para elevar la intensidad del movimiento y perdernos en el ímpetu de nuestros lujuriosos vaivenes, acariciando su rizado cabello, su espalda, su delgada cintura y hasta en el interior de su maravilloso culo. No he de equivocarme al afirmar que llegué a sentir al menos dos o tres de sus más ricos orgasmos apretando y chorreando mi hinchada verga -y cuando digo "chorreando" es literal, ya que al volver a incorporarse no pudo evitar hacérmelo ver: "ay, que rico, si hasta te dejé todo mojado" exclamó al ver la pequeña muestra de su fluido en mi vientre.. ni en el mejor de mis sueños me hubiese imaginado el nivel de excitación de "mi Juliette"...
Fue el momento perfecto para ordenarle que se girara para ofrecerme su pequeño y bien formado culito a mi voluntad, mi lengua se perdió en él, y ella en sus gemidos, ver y sentir ese pequeño agujerito dilatándose y cerrándose frente a mi rostro llevó el encuentro a niveles magnánimos de placer, más aún al introducir tres y hasta cuatro de mis dedos en el interior de su vagina para sentir su increíble humedad y las contracciones de su ya cuarto orgasmo.
Agachada con su cabeza apoyada en la cama y su perfecto culo de frente hacia mí se entregó a mis ultrajes de manera perfecta, permitiéndome violarla - sin dejar de chupar su agujero- con mis manos hasta hacerla acabar ya con desenfreno, no pudiendo contener más sus flujos y regalándome la más impresionante de las eyaculaciones femeninas que he experimentado en mi pecaminosa vida, no tan solo la cama, sino la habitación completa, ya estaba hecha un desastre. Desastre adorable que invitaba a más.
Y así fue como mientras sus fluidos aún no dejaban de salir de su concha, la penetré con violencia, hasta sentir el tope de su profundidad, con dos de mis dedos preparando su culo y saliendo de su cuerpo a ratos para ver su dilatada vulva y su exacerbada "humedad", que ya no podía contenerse; ya no había vuelta atrás, acabó una vez más chorreando mis piernas, conmigo en su interior, tal como lo quería sentir.
"Ábrete el culo, ahora te voy a hacer cagar", le ordené, a lo que ella obedeció con premura para volver a perderme en la lujuria extrema de su cuerpo, follando su culo abierto tomándola por sus tacones. ¡Ah!, Juliette, ¡cuánto placer me das!, ¡podría estar dentro de tu culo el resto del día!, ¡o tal vez la eternidad!
Como era de esperar su vagina continuó chorreando, esta vez sin contención, sin control, sacar mi verga de su culo, y ver cómo emanaban de su interior sus ricos jugos, al mismo tiempo que su dilatado agujerito parecía respirar con tantas contracciones simplemente quedará en mi memoria como una de las escenas más preciosas que he logrado contemplar.
En medio de sus estertores pude tomarla de su cabello, arrojarla al suelo y metiendo mi verga en su boca le ordené volver a chuparme, esta vez hasta el final.
Su lengua recorrió hasta mi perineo, la completitud de mi miembro, y mis testículos. Su concha aún emitía los exquisitos sonidos de sus flujos y masturbándome en su boca, la llené de los míos, chorreando también su hermoso rostro, su pelo, su pecho. Ella sonrió, y luego de enseñarme un tatuaje en el monte de venus en honor al Marqués de Sade, me besó, y nos agradecimos, exhaustos.
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Hace mucho que no leía un buen reporte..... me imaginaba a Carmencita mientras lo leía 
igual
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