FELLATIUS

Como olvidar aquella vez primera
en la que bajé hasta el ecuador de tu cuerpo,
y tus manos peinaban mis cabellos
para coronar mi cabecita llena de ideas,
locuras y deseos.

Y cuando te bebí pausadamente,
sintiendo para siempre aquel sabor prohibido
a emperador del Coliseo,
a hombre inmortal,
cálido,
pero principalmente,
mío.

Como no revolcar mis pensamientos
en las sabanas imperiales
de mi fiebre interna y ávida
por tus manos en mi rostro,
mientras alimentabas
mi almanaque de experiencias
de la forma mas carnal,
directa y sometida,
que pudiste encontrar.

No sabes cuanto anhelo ahora
aquel rocío varonil y noble
con el que inundaste mi alma
para marcarme como tuya,
para marcarme como hembra,
e iniciar los juegos ancestrales
con los que ahora inauguro
a mis nuevos gladiadores.