Para aquellos y aquellas que han amado a esa persona que trabaja de noche...




Niña serpiente

Desde el comienzo de los tiempos,
a tu llegada,
a mis años de trabajo eterno.
Te adoré hasta el climax imaginario,
de no tenerte y anhelarte toda.

Tan cerca de mis fauces rotas
y tan lejos de tu alma incompleta.
De mujer sola, abordable,
atrincherada en la sociedad virtual
de la independencia y el arrojo.

Dedicabas tus días soleados
a estudiar libros infinitos.
Resolver problemas catedráticos,
de la alcurnia más altanera,
para ganarte el cartón sagrado.

Mientras de noche recibías amantes,
nauseabundos de tetas y sexo,
arrendando todos tus atributos,
de mujer joven, bonita…
desechable.

Donde los jueves y viernes
eran un desfile triste
de viejos, jovencitos y ebrios,
que subían buscando amor pagado,
y bajaban con tu aroma mas sublime.

No te merecen, mi amada niña serpiente,
así como tu no mereces
la utopía quemante de este conserje,
tan torpe que puede seguir adorándote,
pero no sería capaz de ensuciar este sueño,
con monedas de sexo comprado.