Luna, quéjese, y quéjese todo un dÃÂ*a si quiere, pues está en su derecho, pero al dÃÂ*a siguiente, de vuelta la página y comience a aceptar de una vez por todas que no esta envejeciendo, sino madurando y no tiene idea la fascinación y el encanto que eso provoca.
Si digo esto, Luna, es porque cuando la leemos, leemos también una de las lÃÂ*neas de su frente y cuando leemos uno de sus versos, leemos también algo sus incipientes patitas de gallo.
Tengo confianza en que usted va a entender el sentido de lo que he dicho y que lo va a entender no precisamente como un consuelo.
En fin, si con todo el próximo año se vuelve a sentir igual, piense mejor que ganó otro año y otras historias que contar y que en un lugar cualquiera siempre habrá algún artista dispuesto a escucharlas.