¿Me la llevo para la casa?
Que curioso que de las mismas tierras vengan las mejores virtudes y también los peores azotes.
De los ambiguos prados de la locura provienen las mejores ideas, los mayores goces estéticos, los mejores placeres carnales y las más altas expectativas espirituales. Pero de la misma cosecha se obtienen también las manzanas más negras, como lo son la discriminación, el abuso y la intolerancia.
Los humanos nos paseamos por los ambiguos senderos de la Locura, en una muy extraña concomitancia de la normalidad y la anormalidad... Rareza que ya casi es desapercibida, por ser tan aceptada: Disimulamos al máximo para no ser acusado de dementes, pero concientes para no perder el goce que ello implica.
Como una vieja arañita, hilando cada vez más fino… Incluso en aquello que en sí mismo es correcto o incorrecto, parecen converger puntos a favor y en contra. ¿O acaso la justicia, muchas veces no trata de encontrar en el pedófilo, la psicopatía liberadora que lo justifique?... O por el contrario, ¿No andamos buscando siempre la quinta pata al gato hasta en acciones humanitarias como el emolumento de Don Francisco y secuaces en la Teletón, o las tierras de Douglas Tompkins?
Todo eso, amigos, es reflejo de nuestro libre paseo en las Tierras de la Locura y la Normalidad. Ahora bien, que tiene que ver esto con el Café con Piernas, o con el foro, o con algo.
Pues mucho. Yo creo que es una locura ir a beber un café insípido o una bebida sin gas, acompañado muchas veces de una mujer común y corriente y muchas veces no muy educada, en un ambiente insalubre… Además pagar para ello. Pero por otro lado, sabemos que la gratificación de aquel tormento, muchas veces es invisible a los ojos.
Otras veces pienso, que ya sobrepasado por las tierras de la normalidad y aburrido de los beneficios de las conductas establecidas, busco llevarme un pedacito de esa alegoría pagada de los Cafés con Pierna, a mi vida cotidiana. Porque en mi propia locura mantengo una quimera… Aquella que me indica que si me “robo” un trozo de aquel mundo pagado, pero sin pagar, hará más alegre mi cotidianeidad.
Sin embargo, igual que en la película “Pesadilla”, aquello que me llevo de un mundo a otro, puede transformarse en un accidente tremendo y sin Airbags.
Ahora, se debe tener un parámetro para marcar la diferencia entre deambular por la locura y transformarse en un demente. En mi caso, la demencia estaría marcada por que tal comportamiento se transformara en un hábito… Que bajo mi conciencia, fuese algo normal llevarme trofeos de los Cafés con Piernas a mi mundo.
Bueno, dejo abierto el tema… En verdad quería hacer un reporte, pero ya me alargué demasiado.