Lukas más lukas menos
Quizás en la postrimerías del país, en un desolado paraje y post hecatombe mundial, el café sea aquel refugio en que puedas cambiar plantitas o un puñado de tierra por alguna atención cariñosona.
Por el momento, la moneda de cambio sigue siendo el peso, emolumento que al menos es la regla de medida para evaluar una buena atención v/s inversión.
En ese sentido, si por dos lukas tienes acceso a la intimidad física de una mina por poco más de un minuto; y en otro antro y por el mismo puñado de tierra obtienes 30 minutos de esmerada atención y actitud acaramelada de la musa, más verbal y gestual que carnal, queda a juicio propio evaluar a uno u otro como mejor.
Por eso, el lunes de esta semana quedé gratamente sorprendido con la perfecta atención que me brindó Romina en el Friends III. Ella, de ojos dulces y esmeraldas, tegumento blanco pero no frío, enganchó rápidamente con mi actitud más conversada… En ese preciso momento llegó un comensal bueno para la talla y exigiendo como cliente frecuente (que en verdad lo era), la atención de mi chica momentánea.
El tipo miraba su reloj, agitaba un pie, miraba para el lado algo mosqueado por no recibir la atención de Romina. Yo le dije que lo atendiera, para que no perdiera al cliente, pero con voz elevada para que el buitre captara mi “gratitud”.
Cuento corto, el loquillo la llevó al Vip, en donde estuvieron no más de dos minutos… Y luego de vuelta a la barra no sabía que más hacer para alargar el consumo que no fue para nada corto ni mecánico… Dejó $500 de propina y se fue.
Ella, me pidió disculpas y me señaló que no valió la pena… Y me atendió casi una hora por un consumo. Ella es linda y simpática, educadita y de un cuerpo de guitarrita… Obviamente, me despedí y le dejé un buen incentivo para su actitud que supera el deber laboral de una cafetera.
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