Pistolerosolitario
12-27-24, 10:47
Estimados contertulios, llevaba un tiempo comiendo callado. Disfrutando de las flores de este jardín. Ahora les comparto mi encuentro con Jena, las notas sobran.
La espectacular Jena me esperó con un vestido negro que dejaba ver su esbelta figura. Apenas nos vimos, nos fundimos en un beso apasionado, como si fueramos dos adolescentes afuera del colegio. Mis manos recorrieron su cuerpo a la vez que trataba, de decirle hola.
Sus manos me desnudaron con la elegancia de la experiencia. Su boca recorrió mi cuerpo, buscando ver que escondía entre mis boxers. Mirada afilada, lengua húmeda y tempestuosa jugaban con mi masculinidad. Para entonces estaba entregado, solo atinaba a acariciar su trasero y palpar, su para entonces mojada vulva.
Coloca el condón con gentileza, mientras sonrie diafana, iluminada. Monta su sexo sobre el mío y sus caderas hacen el resto. Cuando está a punto de explotar, me pide cambiar de posición. Su trasero pequeño, pero turgente me enviste con vehemencia hasta que ya no puedo más y muero por un segundo. Al abrir los ojos, veo su cara sonriendo en mi pecho, sus pequeños pies entre los míos y sus ojos pícaros pidiendo más.
La espectacular Jena me esperó con un vestido negro que dejaba ver su esbelta figura. Apenas nos vimos, nos fundimos en un beso apasionado, como si fueramos dos adolescentes afuera del colegio. Mis manos recorrieron su cuerpo a la vez que trataba, de decirle hola.
Sus manos me desnudaron con la elegancia de la experiencia. Su boca recorrió mi cuerpo, buscando ver que escondía entre mis boxers. Mirada afilada, lengua húmeda y tempestuosa jugaban con mi masculinidad. Para entonces estaba entregado, solo atinaba a acariciar su trasero y palpar, su para entonces mojada vulva.
Coloca el condón con gentileza, mientras sonrie diafana, iluminada. Monta su sexo sobre el mío y sus caderas hacen el resto. Cuando está a punto de explotar, me pide cambiar de posición. Su trasero pequeño, pero turgente me enviste con vehemencia hasta que ya no puedo más y muero por un segundo. Al abrir los ojos, veo su cara sonriendo en mi pecho, sus pequeños pies entre los míos y sus ojos pícaros pidiendo más.