CHONDO
05-13-13, 01:40
¡De cuántas sombras está hecho hoy Chondo!
Siempre he escrito por diversión y también para darle vida al personaje. Pero Chondo cada vez se acerca más “al yo de verdad”.
Soy malo escribiendo, sobre todo ficciones. Por eso siempre me resultó cómodo relatar mis reales experiencias en Café con Piernas. Pero mis últimos reportes cafeteros ya no los escribo con el alma, son aun más aburridos que antes.
Este tema es diferente… Acá hay más de mí, que en todo lo que antes había escrito. Con mucha humildad, les pido paciencia, esto es una nueva faceta en la cual no tengo experiencia.
Escribimos mucho de sexo, de dobles sentidos, de “pico y choro”, de cagüines y de otras hierbas. Pero hoy quiero hablarles de amor. Quiero decirles cuánto de mi pasión adolescente se la debo a la música. Deseo gritar con toda el alma cuánto aprecio a Silvio Rodríguez y a su “Ojala”, a su “Rabo de Nubes”, a su “En el Claro de la Luna” y a cuántas otras más. Quiero contarles cuántos besos fueron irrepetibles escuchando ”Yellow Ledbetter” de Pearl Jam… Cuántas veces amé por última vez en un verano a alguna mujer que jamás volví a ver, acariciando su estremecedora cintura… Y de fondo “Mi historia entre tus dedos” o “Red House”, al calor de una fogata playera. Estas canciones hacían gran parte del “trabajo”.
Como olvidar mis amores más maduros, pactados bajo la luna, al ritmo de “Buscando Guayaba” y de “Dos Gardenias para ti”. “I know its over”, canción adorada y fiel compañera de mis rupturas… Como olvidar a la mujer que pudo haber sido la compañera hasta el fin de mis días.
¿Dónde estarán botadas mis viejas cartas de amor, caligrafiadas a pluma y tinta Pelikan?... En muchas de ellas parafraseaba poemas de amor del señor Neruda, de Rimbaud, de Bosquet , de Bodelaire… Y otras tantas poesías hermosas de la señora Foppa, de Belli, de Pizarnik… Con cada carta deseaba besar los finos tobillos de la mujer amada.
De qué forma podría renunciar al momento en que te conocí, en la plaza del pueblo… Y luego nos besamos, mientras jugábamos Pac-Man. Y luego conversamos del libro "Demian" y de "El árbol de la Ciencia".
Al otro día, me invitaste a almorzar en tu casa. Pero no teníamos hambre, y pedimos permiso a tus padres para ir a jugar. Decidimos descubrir nuestra sexualidad rodando por un cerro… Hasta aterrizar en una planicie, acariciada por pasto y árboles, que cobijaron nuestros primeros desnudos mientras nos ofrendábamos nuestras virginidades. De qué forma podría olvidar el hecho de que nuestros cuerpos maduraron juntos… Y los entregamos a los caprichos del amor durante muchos fines de semana. Tenías 11 y yo 12.
De qué forma estúpida pude renunciar a ti… ¡Durante 10 inviernos!... Para recién reencontrarnos a los 22 años. Aquella vez, follamos en una pieza conquistada por la lluvia: Las paredes se transformaron en cascadas de agua… También follamos en un bus ¿Te acuerdas que nos dieron permiso para dormir en el bus, cuando llegamos a Calama?... También jodimos en el Hall del departamento de tu amiga, mientras los inquilinos esperaban el ascensor… El último recuerdo que tengo de este tiempo contigo, son nuestros pies juntos, bañados por un río... Todo esto solo para perderte, una vez más por mi cobardía, por no querer ser feliz. En qué momento le permití al viento que robara por segunda vez a la mujer de mi vida… Pero esta vez fue más drástico, se la llevó al Reino de Tartesos.
Te seguí hasta allí, hasta las mismas tierras de nuestros opresores de los 500 años. Luego hicimos el amor en Pamplona, en Burdeos y en Toscana. Ya no eras la huasa de antes, y yo tampoco era el pobre infeliz que conocías. Tú te quedaste por interés y yo me devolví por cobardía. Pero te busco a diario, y siempre te encuentro cuando sueño o cuando estoy feliz.
Les suplico no desvirtuar este tema, y si no es mucho pedirles… Dejen una historia de amor.
Siempre he escrito por diversión y también para darle vida al personaje. Pero Chondo cada vez se acerca más “al yo de verdad”.
Soy malo escribiendo, sobre todo ficciones. Por eso siempre me resultó cómodo relatar mis reales experiencias en Café con Piernas. Pero mis últimos reportes cafeteros ya no los escribo con el alma, son aun más aburridos que antes.
Este tema es diferente… Acá hay más de mí, que en todo lo que antes había escrito. Con mucha humildad, les pido paciencia, esto es una nueva faceta en la cual no tengo experiencia.
Escribimos mucho de sexo, de dobles sentidos, de “pico y choro”, de cagüines y de otras hierbas. Pero hoy quiero hablarles de amor. Quiero decirles cuánto de mi pasión adolescente se la debo a la música. Deseo gritar con toda el alma cuánto aprecio a Silvio Rodríguez y a su “Ojala”, a su “Rabo de Nubes”, a su “En el Claro de la Luna” y a cuántas otras más. Quiero contarles cuántos besos fueron irrepetibles escuchando ”Yellow Ledbetter” de Pearl Jam… Cuántas veces amé por última vez en un verano a alguna mujer que jamás volví a ver, acariciando su estremecedora cintura… Y de fondo “Mi historia entre tus dedos” o “Red House”, al calor de una fogata playera. Estas canciones hacían gran parte del “trabajo”.
Como olvidar mis amores más maduros, pactados bajo la luna, al ritmo de “Buscando Guayaba” y de “Dos Gardenias para ti”. “I know its over”, canción adorada y fiel compañera de mis rupturas… Como olvidar a la mujer que pudo haber sido la compañera hasta el fin de mis días.
¿Dónde estarán botadas mis viejas cartas de amor, caligrafiadas a pluma y tinta Pelikan?... En muchas de ellas parafraseaba poemas de amor del señor Neruda, de Rimbaud, de Bosquet , de Bodelaire… Y otras tantas poesías hermosas de la señora Foppa, de Belli, de Pizarnik… Con cada carta deseaba besar los finos tobillos de la mujer amada.
De qué forma podría renunciar al momento en que te conocí, en la plaza del pueblo… Y luego nos besamos, mientras jugábamos Pac-Man. Y luego conversamos del libro "Demian" y de "El árbol de la Ciencia".
Al otro día, me invitaste a almorzar en tu casa. Pero no teníamos hambre, y pedimos permiso a tus padres para ir a jugar. Decidimos descubrir nuestra sexualidad rodando por un cerro… Hasta aterrizar en una planicie, acariciada por pasto y árboles, que cobijaron nuestros primeros desnudos mientras nos ofrendábamos nuestras virginidades. De qué forma podría olvidar el hecho de que nuestros cuerpos maduraron juntos… Y los entregamos a los caprichos del amor durante muchos fines de semana. Tenías 11 y yo 12.
De qué forma estúpida pude renunciar a ti… ¡Durante 10 inviernos!... Para recién reencontrarnos a los 22 años. Aquella vez, follamos en una pieza conquistada por la lluvia: Las paredes se transformaron en cascadas de agua… También follamos en un bus ¿Te acuerdas que nos dieron permiso para dormir en el bus, cuando llegamos a Calama?... También jodimos en el Hall del departamento de tu amiga, mientras los inquilinos esperaban el ascensor… El último recuerdo que tengo de este tiempo contigo, son nuestros pies juntos, bañados por un río... Todo esto solo para perderte, una vez más por mi cobardía, por no querer ser feliz. En qué momento le permití al viento que robara por segunda vez a la mujer de mi vida… Pero esta vez fue más drástico, se la llevó al Reino de Tartesos.
Te seguí hasta allí, hasta las mismas tierras de nuestros opresores de los 500 años. Luego hicimos el amor en Pamplona, en Burdeos y en Toscana. Ya no eras la huasa de antes, y yo tampoco era el pobre infeliz que conocías. Tú te quedaste por interés y yo me devolví por cobardía. Pero te busco a diario, y siempre te encuentro cuando sueño o cuando estoy feliz.
Les suplico no desvirtuar este tema, y si no es mucho pedirles… Dejen una historia de amor.