Al café entré gracias a una amiga. Necesitaba la plata, ser madre soltera a los 15 y sin un cuarto medio no te deja muchas posibilidades. Las propinas eran buenas, pero más te dejaban los servicios. Aquellos baños húmedos y rayados fueron testigo de mis mejores perreos y quejidos actuados para dejar loquitos a una cachá de viejos verdes. Siempre volvían. Pero del primer café me tuve que ir porque el jefe, un paco jubilado, se acostumbró a ir a dejarme a la casa, previa conferencia con americana en su auto o doggystile en algún motel de mala muerte, todo esto sin algún dinero extra de por medio, solo por la gracia de trabajar en su puterío camuflado… viejo de mierda.
En el segundo café si que lo pasé bien. El dueño era un viejo gay, Don Jaime, que no me hacía mayor drama y hasta me regalaba tarros de leche porque según él, estaba muy flaca. “Las tetas y el culo mueven al mundo”, recuerdo que era su dicho favorito. Todos los fines de semana después de la pega nos íbamos a bailar o algún pub con las chicas. Mas encima, muchas veces dejábamos enganchados a los tipos con los que bailábamos para que fueran al Café. Negocio redondo. Ahí también conocí la Blanca María, como decía la Alexa, una amiga que después me probó entera y con la que estuvimos a punto de volvernos lesbianas, sino fuera porque su marido se la llevó pal Norte. Aún recuerdo la delicadeza de su lengua en mi entrepierna. Todavía estaría en el Venus, así se llamaba el Café, sino fuera por la Nelly, una negra colombiana, (culombiana decía Don Jaime) que me encontré en el centro y me pasó el dato de un Night Club recién inaugurado en donde las comisiones por sacarle tragos a los clientes eran super buenas, aparte de poder hacer bailes privados ahí mismo y aquellos otros trabajitos que eran los que mas plata nos dejaban.
Don Jaime y las niñas me hicieron hasta una despedida. Terminamos todas curadas y llorando a mares, incluido el jefe, quien me dio su última consejo: Recuerda niña, nunca te enamores de un cliente. Consejo que por supuesto no obedecí…
Continuará.
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