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Ver la versión completa : Encuentros y desencuentros...



Rodrigo Z
04-12-11, 10:27
Comunicación y Viajes: cuento (I parte)
En honor a un hermano de rutas, busquedas e interrogantes....


"Que silencio, que soledad, que lejanas sensaciones se viven en esta inmensa ciudad. Nunca imaginó que entre 14 millones de personas pudiera sentirse tan solo, tan lejano. Se imaginó si, que Tokio podría ser algo como esto, un mar humano, de respetos, silencios y lejanías. Pero nunca una soledad tan acompañada, un silencio tan bullicioso.
Para un latino común, oriente si que está al otro lado del mundo, mas para él, judío errante, no parecía tan lejano; o al menos eso pensó ese martes cuando distraídamente leyó el anuncio.
Al límite económico de su ya muy extenso viaje, Estambul parecía un buen lugar para emprender la vuelta al hogar, o al lugar de donde había partido hacía ya casi un año. Sin embargo, el destino tenía para él otra parada intermedia.
Justo en el café donde programaba su retorno, un cartel escrito en hebreo y desestimado por el fuerte de las personas del lugar, señalaba la posibilidad de un trabajo de vendedor en Japón.
Motivado por el mismo espíritu que lo llevó a iniciar este intenso derrotero, tomó el teléfono y llamo al número señalado para conocer los requisitos y ofrecimientos del trabajo en cuestión.
Muy escuetamente la voz al otro lado del teléfono, a más de 14.000 kilómetros de distancia, le explicó que el trabajo consistía en vender joyas, de manera itinerante en algunas ciudades cercanas a Tokio y que la paga era muy buena dada la libertad y tipo de trabajo. Sin más que esos dos minutos de conversación con una voz desconocida, cambió de súbito su destino desde Santiago, al extremo del fin del mundo, hasta la ciudad más populosa del planeta, Tokio en el corazón de Japón.
Sin entender muy bien como, llegó a un mundo extraño, donde la masa humana, ordenada y limpia, le parecía más inhumana que en ninguna otra parte del globo, ajena, ausente, realmente remota. Así entre un cúmulo de incertezas, se encontró con su contacto comercial y en algo así como diez minutos, le explicó que el trabajo consistía básicamente en vender joyas en los alrededores de la cuidad, información que ya manejaba, que le entregaría un auto y un maletín con un buen surtido de joyas y que en treinta días más habrían de juntarse para la correspondiente rendición de cuentas. Luego de estas breves palabras, lo llevó hasta el estacionamiento del aeropuerto, le mostró el vehículo, le entregó la llave y un maletín de cuero, además de un pequeño mapa de orientación para acceder a los poblados cercanos a la ciudad y que potencialmente pudieran considerarse como buenos blancos de venta.
Tampoco imaginó que el trabajo estaría tan lleno de problemas, ya que no consideró que el trabajo de “vendedor itinerante” no es un trabajo formal en esta parte del planeta y que desde la autoridad hasta los mismos “Yakuzas” estarían, por decirlo de alguna forma, preocupados de sus tareas laborales.
Sus días viajaron mucho más lento que él mismo, y la soledad y el silencio le cobraban a diario esta, su intensa búsqueda de aventuras. De más está decir, que hasta la presencia de uno que otro europeo con el cual entablar una breve y ecléctica plática, constituían en sí todo un evento digno de celebrarse.Sin embargo, dentro de estas lejanías tan extremas, las formas de comunicar no terminarían de darle sorpresas..."

Rodrigo Z
04-12-11, 10:27
Muy de a poco comenzó a aprender algunas palabras, perdón, por favor y gracias, fueron las primeras de su vocabulario, que eran el protocolo mínimo necesario para cualquier atisbo de acercamiento humano. Y así con solo estos tres kanjis comenzó a vender sus joyas en las más diversas ciudades que rodeaban a Tokyo.

Demás está decir, que sus peripecias comunicacionales fueron variadas y consistían básicamente en gesticulaciones múltiples y un sinnúmero de ademanes de conocimiento internacional, que le servían para hacerse entender. Sin duda para él, actor natural, por un período de tiempo le pareció hasta divertido este agotador ejercicio, pero al cabo de las semanas, cuando el escenario no acababa de ser el mismo, el cansancio y la desolación se hicieron cada vez más latentes, y poco a poco, esa alegría única que lo caracterizaba comenzó a esfumarse.

Una de esas tardes, donde a soledad marcaba uno de sus puntos más intensos, le pareció ver que una joven muchacha fijaba sus ojos en él. En primera instancia no le pareció nada fuera de lo común, ya que su porte, bastante mayor a la media de los japoneses y su apariencia occidental, eran normalmente fruto de acuciosas observaciones. Mas esta vez, le pareció algo diferente.

Ya al atardecer, notó como violentamente, tres hombres con pasos decididos se acercaban rápidamente hasta su lugar de trabajo, el que normalmente consistía en una mesita estratégicamente ubicada a un costado del vehículo que conducía y sus joyas ordenadamente dispuestas cobre ella. La violencia inusitada que supuso en estos personajes, se le hizo evidente, cuando oyó que gritaban y vociferaban sonidos que él jamás entendería. Los gritos, que cada vez se hicieron más fuertes, dieron paso a los empujones y algunos golpes, que finalizaron por descontrolarlo cuando la mesa y sus joyas rodaron por el piso. Al ver los sendos tatuajes en sus agresores, se percató que correspondían, según le habían advertido, a yakuzas, grupos gansteriles organizados, que tenían el total dominio de las calles de la mayoría de las ciudades de japón. Solo pidiendo perdón (por algo que realmente no sabía que era), de rodillas y aceptando los gritos, golpes y rotura de sus elementos de trabajo, como una hoja aferrada a su rama bajo un fuerte viento de otoño, el mayor susto de su trabajo pasó como una eternidad frente de él.

Luego del alboroto público, y con el miedo instalado fuerte en su corazón, emprendió el lento trabajo de recoger su mercadería, arreglar como pudo sus herramientas y subirlo todo a su auto, para marchar en rumbo a la posada donde alojaba en esa ciudad. Mas en ese momento, cuando recogía sus joyas y el sol se había ocultado totalmente tras la montaña, apareció la chica que había visto en la tarde, y tan lento como él, comenzó a ayudarle a recoger el reguero esparcido en la acera. La extrañeza ante la presencia de la chica, a su lado, ayudando, lo dejó realmente impactado y como pudo intentó comunicarse con ella, mediante señas, como lo había hecho con otras personas. Pero esta vez fue todo intento infructuoso, luego de casi quince minutos, ni siquiera le había dado a entender su nombre y viceversa

Rodrigo Z
04-12-11, 10:28
Sin embargo, si bien ninguno de ellos sabía nada del otro, de común acuerdo y más allá de las palabras, él la condujo hasta el auto y se ofreció a llevarla hasta su casa, dada la gran deferencia y solidaridad mostrada, pensó. Ella se dejó conducir hasta el asiento del copiloto y no enunció palabra, ni siquiera cuando este emprendió la marcha. Los esfuerzos de él fueron grandes para hacerle entender sus intenciones, que pensó habían dado frutos, cuando ella gentilmente le señalaba la ruta que el vehículo debía seguir. Mas luego de un rato de andar, él se dio cuenta, en vista que la ruta conducía a las afueras de la ciudad, que no era a su casa donde lo estaba guiando. Al notar esto, y con fuerte reminiscencias del miedo de hacía tan solo un momento, detuvo el motor e intentó, con todas sus ganas, entender que quería o pretendía esa joven mujer.

Su sorpresa fue mayor, cuando al cabo de unos segundos, ella había desabrochado su blusa, y ofrecía su hermoso pecho descubierto, entregándolo gentilmente y con humildad a este desconocido. Sin mediar mayores reflexiones y entusiasmado por la enorme carencia afectiva de estos meses de viajes, aceptó alegremente el generoso ofrecimiento y poco a poco sus labios comenzaron a recorrer el frágil cuerpo de la joven. Comenzaron las caricias, que fluían en ambos sentidos y con oriental parcimonia ella se apasionaba más y más a cada momento. La desnudez de ella asomó como el sol en la mañana, encandilando por su belleza; y él, imitó con cuidado el despojo de su ropa.

En medio de la sorpresa y el goce, que normalmente se incrementa cuando se vive en momentos inesperados, los labios de él se acercaron hasta los de ella, en espera de encontrar esa sublime forma de comunicación, como es el encuentro de los labios de los amantes. Mas la sorpresa no cesaría su marcha, cuando ella tan gentilmente como entregó su cuerpo, negó con determinación el roce de sus labios. Algo raro sintió él, como que de pronto su sueño de conexiones místicas, caía nuevamente hasta la desolación, como era el común en esos días.

Finalmente y sin entender bien nada de nada, se vistieron y emprendieron la ruta de vuelta hasta el mismo punto donde habían iniciado el camino. Único lugar que él imaginó apropiado para finalizar este misterioso encuentro íntimo, pero lejano.

Al día siguiente, y de modo casi calcado, sin la presencia esta vez de los matones callejeros, a eso del atardecer apareció la muchacha, que sin ninguna palabra en cuanto él comenzó a recoger y ordenar sus pertrechos en el automóvil, se sumó a sus esfuerzos, los que una vez concluidos terminaron con ella sentada en el mismo asiento del día anterior. Demás está decir, que la escena de amor se repitió exactamente igual al día anterior, mas esta vez con mucho menos sorpresa y con menos palabras, o intentos de ellas.

De alguna forma inexplicable, se generaron una suerte de rutina diaria durante toda esa semana; pero el día antes que él retomara su camino para cumplir las metas de ventas establecidas, las que necesariamente pasaban por cambiar su ubicación actual de trabajo. Él se esforzó en intentar hacerle entender que mañana ya no estaría en aquella esquina por la tarde y que sus planes eran viajar a Toyama, en la costa norte de Japón, tan pronto como el sol apareciera, a eso de las 5 de la mañana. Esa tarde aún con muchas más palabras que los demás días, su sensación de desolación fue inmensa y la soledad del viaje, tomó un lugar en lo más profundo de su ser.

Nuevamente, siguiendo la rutina de desconocimiento habitual, la mañana siguiente cuando cargaba sus cosas para continuar su camino, con el alba aún a unos minutos de distancia, en la puerta de su hospedaje apareció ella, triste como nunca la había visto; esta vez eso sí le pareció más pequeña y algo más joven de lo que recordaba su memoria de hacía solo unas horas atrás.

Con extrema humildad, lentamente se acercó hasta él, que de súbito detuvo sus maniobras. Y sin mediar palabras, lo ayudó tal como en las otras ocasiones, a ordenar y cargar su vehículo. Una vez cargado el automóvil y mirándose frente a frente, por primera vez el silencio se hizo realmente incómodo, una barrera infranqueable de lejanía y soledad. En la convicción del desconocimiento, él lentamente le ofrece una reverencia y le alarga la mano, en señal de despedida; mas esta vez la mirada de ella rápidamente comienza a nublarse de lágrimas y cuando la mano estirada aguardaba ya por un segundo, su llanto se hizo enorme y de un salto, lo abrazó y caló sus labios profundos en los de él. Un intenso beso selló un camino de comprendidas incomprensiones, y tan misteriosamente como apareció, entre lágrimas, corrió alejándose de él.

Una vez en el auto, y en la sorpresa de este sueño de casi seis días, una extraña sensación se posó en su estómago y en cuanto arrancó en marcha, sin gestos de dolor, una sola lágrima recorrió lentamente su mejilla.

Linus
04-12-11, 10:34
no te lo voy a negar......no me gustan los finales tristes.......la vida siempre se encarga de dar vueltas las cosas.......buena la historia perrin.

ANTRAX
04-12-11, 12:00
CLAP... CLAP... CLAP CLAP... CLAP... CLAP CLAP... CLAP... CLAP CLAP... CLAP... CLAP Encontré excelente tu historia RZ.... Felicitaciones!!!!

Loretto_madura
04-12-11, 16:53
En la vida hay personas que atesoran cosas , como papelillosa de caramelos, otros servilletas de papel , estampillas y un sin fin de cosas....
Otros tarjetas antiguas que quizas en algun momento pertenecian a alguien y sueñan con la esperanza que algun dia al mirar bajo la puerta llegue alguna para ellos donde se refleje una palabra cariñosa una muestra de amor , de afectos ...
Y otras como el hombre que tu mencionas en tu relato que atesoran a personas ...
Pero no en el baul de los recuerdos si no que en el lugar mas especial ...
En el corazon!

sherk
04-12-11, 17:52
Perrin muy buena la historia...

como dijo loretto

tenemos cosas que se aterzoran en el corazon, esos son recuerdo todos gatillados por los canales de recuerdo que pueden ser el aroma y el sonido... como un tema de musica o un simple olor te lleva a recorrdar momentos lindos que jamas tuvieron un final feliz....
en estos dias recibi una noticia que me dejo dolido ya que era dek primer amor de mi life y con quien me inicie sexualmente... a pesar de tener mi vida ya formada no pude evitar de sentir pena ya que parte importante de mis recuerdos los tiene ella y tal como paso no tuvo un final feliz....

ahora solo tengo la esperanza de que ella pueda ser feliz y con el angelito que tiene en el cielo tenga aun mas proteccion.... si el destino lo kiere podira existir algun reencuentro... como para liberar y dejar atras todo el sentimiento y cariño que me quedo pendiente de entregar


RZ gracias

buenda la histora