Dingo2011
02-19-13, 11:52
Una chica perdida
Cuando estaba en 3ero medio (secundaria), recuerdo que me dedicaba a trabajar en vacaciones. Tenía 17 años y me ganaba un sueldo en áreas verdes, algo así como mantención de jardinería en los parques públicos de la ciudad.
Estaba barriendo justo en una parte escondida del parque cuando veo a una mujer con una bolsa, aspirando neoprén, de seguro. Me ve y me pide 100 pesos. Se los negué pues sabía que era para seguir drogándose. Cuando la miro bien me doy cuenta que es una rubia preciosa, joven. A pesar de estar bastante sucia y demacrada, se notaba de buena situación económica, por su atuendo y forma de hablar. Mientras barría le pregunté si estaba bien, me dijo que toda la noche había estado tomando alcohol y drogándose en una fiesta. No sabía como llegó al parque.
Como estaba cerca de la hora de colación, le dije que me esperara. Siempre almorzaba en el mismo parque, así que la invité a comer algo conmigo ahí en el pasto. En principio no quería pero la convencí. Se tomó la mitad de la bebida y algo de mis papas con pollo. Me contó de sus problemas con su familia, que sus padres estaban separados y llevaba cerca de 2 años drogándose, probando de todo gracias a malas amistades que la introdujeron a este oscuro mundo. Tenía 18 años.
Se estaba quedando dormida ya, así que la deje acostada en el pasto con mi chaquete encima para abrigarla. Me dijo que no quería volver a su casa. Tuve que volver al trabajo y le dije que me esperara. No pude dejar de pensar en ella toda la tarde. Cuando volví al lugar donde la dejé ya no estaba. Tampoco mi chaqueta. Quizás la vendió, pensé. En fin. Quedé preocupado pero no podía hacer nada mas por ella, sobretodo si ella estaba hasta el cuello con la droga.
A los tres días me fue a buscar a la hora de salida. Llevaba mi chaqueta puesta y veía mejor, bien peinada y perfumada, hermosa. No estaba drogada. Me dijo que gracias por cuidarla aquel día y ahora fue ella quien me invitó a comer. Fuimos al centro de la ciudad por algo de comida rápida. Luego me invitó a su casa. Sin mayores intenciones que de acompañarla le dije que bueno. Tomamos la micro y me confesó que estaba tratando de dejar el vicio.
Al llegar a su casa solo estaba la empleada. Me miro bien feo, quizás pensando en que era uno de sus amigotes de parranda. Aparte de que mi vestimenta no era precisamente la de un chico de aquella exclusiva villa. La niña me mostró sus fotos de cuando era niña y feliz, según me contó. Al rato la empleada se retira y quedamos solos. La chica me agradeció nuevamente y me regala un beso. Se lo respondo mientras ella me dirige al sillón. Acaricia mi cara y pelo, yo sus cabellos rubios largos, la tomo por la cintura y acaricio la suave piel blanca de su abdomen planito.
Pasa su mano por el centro de mi pantalón, tanteando mi bulto, el cual comienza a erectarse. Ya estaba prendido y comienzo a sacarle su blusa y besar sus senos de bellos pezones rosados. Me quita el pantalón y pasa su boca por encima de mi dureza. Luego me quita el slip y me besa las bolas, chupetea mi pene, su lengua recorre mi glande hasta que estallo. Mi leche mancha todo el sillón… me dice que vayamos a su pieza. Justo en eso sentimos que alguien llega a casa. Tranquilo, es mi mama, me dice. Hagámoslo calladitos. Su madre golpea la puerta y ella le dice que está bien, que no necesita nada y que solo va a dormir. Siento los pasos de su madre alejándose mientras ella continúa masajeando mi pene que vuelve a erectarse para ella.
La rubia lo maneja todo y me tiene a su antojo, se desnuda entera. Contemplo maravillado su vagina rosadita y peluda. Me dice que quiere sentirme y le meto mi pene en su húmeda intimidad. Que exquisito estar dentro de ella, mis bolas golpeando su entrepierna, mientras sus piernas suben y bajan, sintiéndola mas profundo cada vez. Nuestras bocas y lenguas se entrelazan mientras queremos fundirnos más y mas…vuelvo a estallar esta vez dentro de ella y creo alcanzar el cielo. Nos quedamos recostados toda la noche y lo hacemos dos veces más mientras nos juramos amor eterno. Me voy a mi casa cerca de las 5 de la mañana.
Al otro día voy a buscarla a su casa a la salida del trabajo. La pienso todo el día. Unas gana de correr a buscarla. Llego y la empleada me dice que sus padres la enviaron al Sur a un centro de rehabilitación, me había dejado un teléfono. Hablamos por teléfono todo el mes creo, hasta que de apoco dejamos de conversar. Me dice que se quedará en el sur estudiando y que está mejor. Nunca más me llama y yo pierdo el teléfono. Nunca más la ví ni supe de ella.
Cuando estaba en 3ero medio (secundaria), recuerdo que me dedicaba a trabajar en vacaciones. Tenía 17 años y me ganaba un sueldo en áreas verdes, algo así como mantención de jardinería en los parques públicos de la ciudad.
Estaba barriendo justo en una parte escondida del parque cuando veo a una mujer con una bolsa, aspirando neoprén, de seguro. Me ve y me pide 100 pesos. Se los negué pues sabía que era para seguir drogándose. Cuando la miro bien me doy cuenta que es una rubia preciosa, joven. A pesar de estar bastante sucia y demacrada, se notaba de buena situación económica, por su atuendo y forma de hablar. Mientras barría le pregunté si estaba bien, me dijo que toda la noche había estado tomando alcohol y drogándose en una fiesta. No sabía como llegó al parque.
Como estaba cerca de la hora de colación, le dije que me esperara. Siempre almorzaba en el mismo parque, así que la invité a comer algo conmigo ahí en el pasto. En principio no quería pero la convencí. Se tomó la mitad de la bebida y algo de mis papas con pollo. Me contó de sus problemas con su familia, que sus padres estaban separados y llevaba cerca de 2 años drogándose, probando de todo gracias a malas amistades que la introdujeron a este oscuro mundo. Tenía 18 años.
Se estaba quedando dormida ya, así que la deje acostada en el pasto con mi chaquete encima para abrigarla. Me dijo que no quería volver a su casa. Tuve que volver al trabajo y le dije que me esperara. No pude dejar de pensar en ella toda la tarde. Cuando volví al lugar donde la dejé ya no estaba. Tampoco mi chaqueta. Quizás la vendió, pensé. En fin. Quedé preocupado pero no podía hacer nada mas por ella, sobretodo si ella estaba hasta el cuello con la droga.
A los tres días me fue a buscar a la hora de salida. Llevaba mi chaqueta puesta y veía mejor, bien peinada y perfumada, hermosa. No estaba drogada. Me dijo que gracias por cuidarla aquel día y ahora fue ella quien me invitó a comer. Fuimos al centro de la ciudad por algo de comida rápida. Luego me invitó a su casa. Sin mayores intenciones que de acompañarla le dije que bueno. Tomamos la micro y me confesó que estaba tratando de dejar el vicio.
Al llegar a su casa solo estaba la empleada. Me miro bien feo, quizás pensando en que era uno de sus amigotes de parranda. Aparte de que mi vestimenta no era precisamente la de un chico de aquella exclusiva villa. La niña me mostró sus fotos de cuando era niña y feliz, según me contó. Al rato la empleada se retira y quedamos solos. La chica me agradeció nuevamente y me regala un beso. Se lo respondo mientras ella me dirige al sillón. Acaricia mi cara y pelo, yo sus cabellos rubios largos, la tomo por la cintura y acaricio la suave piel blanca de su abdomen planito.
Pasa su mano por el centro de mi pantalón, tanteando mi bulto, el cual comienza a erectarse. Ya estaba prendido y comienzo a sacarle su blusa y besar sus senos de bellos pezones rosados. Me quita el pantalón y pasa su boca por encima de mi dureza. Luego me quita el slip y me besa las bolas, chupetea mi pene, su lengua recorre mi glande hasta que estallo. Mi leche mancha todo el sillón… me dice que vayamos a su pieza. Justo en eso sentimos que alguien llega a casa. Tranquilo, es mi mama, me dice. Hagámoslo calladitos. Su madre golpea la puerta y ella le dice que está bien, que no necesita nada y que solo va a dormir. Siento los pasos de su madre alejándose mientras ella continúa masajeando mi pene que vuelve a erectarse para ella.
La rubia lo maneja todo y me tiene a su antojo, se desnuda entera. Contemplo maravillado su vagina rosadita y peluda. Me dice que quiere sentirme y le meto mi pene en su húmeda intimidad. Que exquisito estar dentro de ella, mis bolas golpeando su entrepierna, mientras sus piernas suben y bajan, sintiéndola mas profundo cada vez. Nuestras bocas y lenguas se entrelazan mientras queremos fundirnos más y mas…vuelvo a estallar esta vez dentro de ella y creo alcanzar el cielo. Nos quedamos recostados toda la noche y lo hacemos dos veces más mientras nos juramos amor eterno. Me voy a mi casa cerca de las 5 de la mañana.
Al otro día voy a buscarla a su casa a la salida del trabajo. La pienso todo el día. Unas gana de correr a buscarla. Llego y la empleada me dice que sus padres la enviaron al Sur a un centro de rehabilitación, me había dejado un teléfono. Hablamos por teléfono todo el mes creo, hasta que de apoco dejamos de conversar. Me dice que se quedará en el sur estudiando y que está mejor. Nunca más me llama y yo pierdo el teléfono. Nunca más la ví ni supe de ella.